Érase una vez una semilla que cayó entre las rocas y no podía salir.
Se puso muy triste y dijo:
– Nunca llegaré a ser una planta, sin tierra, sin agua y sin sol.
Un pájaro oyó a la semilla y fue a ver a la madre tierra.
– La semilla está atrapada entre las rocas y no puede salir.
Entonces, la madre tierra llamó al sol y a la lluvia. Los tres juntos fueron donde la semilla y le dijeron:
Abre tus hojitas
al viento y al sol.
Nacerá tu tallo
una bella flor.
La lluvia comenzó a caer. La semilla se hundió en la tierra fértil. Tomó la fuerza con el agua y el sol y empezó a germinar.
Las hojas parecían dos ojitos verdes maravillados del mundo. El tallo siguió creciendo y creciendo… De pronto nació un capullo y luego brotó la flor: un círculo con pecas rodeado de pétalos amarillos.
¡Aquella flor tan hermosa era un girasol!
(Isabel Freire de Matos)
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